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lunes, 31 de diciembre de 2018

El resurgir de las Salinas del Río

Vistas del Parque Natural del Archipiélago Chinijo

En este último mes del año finalizaron las obras de la primera fase del proyecto de restauración de las Salinas del Río, o de Gusa, una de las joyas del Parque Natural del Archipiélago Chinijo al presentar un alto valor patrimonial, paisajístico, geomorfológico y biológico.

Las salinas en los últimos años habían perdido su característico color rosa debido al fuerte deterioro, debido a su abandonamiento, de su fuerte de defensa, muro que lo protegía de la acción del mar durante los temporales, y que estaba provocando que las salinas se inundaran y perdieran las concentraciones óptimas de sal que permitían el desarrollo de los diferentes seres vivos responsables de dicho color. Diferentes naturalistas de la isla venían alertando de la situación y finalmente la administración pública ha actuado.

Casa del vigilante de las Salinas del Río

Las Salinas del Río están asentadas sobre un saladar (laguna costera), situado por debajo del nivel del mar, donde se mezcla el agua que penetra con las mareas y la procedente de las escorrentías del Risco de Famara.

Montaña de Las Agujas en La Graciosa reflejeda en las Salinas del Río

El Archipiélago Chinijo era la vía de entrada desde hace 2000 años de las diferentes culturas y pueblos europeos que recalaban en Canarias durante sus expediciones marítimas al continente africano y posteriormente al americano. En el estrecho de mar que separa Lanzarote de La Graciosa, denominado el Río, estas expediciones encontraban un lugar idóneo para el descanso, avituallamiento y reparación de sus naves. El saladar natural les proporcionaba sal y la cercana fuente de Gusa agua potable.

Muy poco tiempo después de la conquista de Canarias y en tiempos de Sancho de Herrera (1422-1534) este saladar fue acondicionado por primera vez ordenando el lecho impermeable de barro que formaba el vaso del saladar. Convirtiendo así un saladar natural en las primeras salinas de Canarias. Algunos autores aseguran que además fueron las únicas construidas en las islas hasta el siglo XVIII.

En ellas trabajaban vecinos de las localidades lanzaroteñas más cercanas como Máguez y Yé, para llegar hasta ellas tenían que utilizar un camino muy peligroso denominado la “Vereda de los Salineros”, que transcurría por una pared vertical de 450 metros de altura, pasando justo por debajo del balcón del actual Mirador del Río. Mi bisabuelo, a principios del siglo pasado, fue uno de los encargados de estas salinas, llegando a perder a uno de sus hijos en dicha vereda.

La actividad salinera fue abandonada a principios de los 70 del siglo XX, aunque hasta hace muy pocos años se seguía recolectando algo de sal por parte de los pescadores de la cercana isla de La Graciosa. En abril de 2015 fueron catalogadas como BIC (Bien de Interés Cultural) con la categoría de monumento.

Cocedero principal de las Salinas del Río

Los saladares están protegidos por la legislación medioambiental comunitaria ya que están considerados como “Hábitats de Interés Comunitario”. En estas lagunas costeras se asienta una comunidad vegetal adaptada a las altas concentraciones de sal, entre las especies que forman parte de ella se encuentra el “Salado” (Arthrocnemum macrostachyum), especie incluida en el C.C.E.P. como de “Interés para los ecosistemas canarios”.

Colores originados por diferentes microorganismos

En este saladar antropizado las concentraciones de sal eran muy superiores a las normales lo que permitía que vivieran una serie de especies responsables del color rosa característico de las salinas. No se debe a la presencia del crustáceo Artemia salina, aunque sus huevos y pequeñas larvas son de color rojo y los adultos más o menos rojos. En realidad los responsables de dicha coloración son por un lado el alga planctónica Dunaliella salina, al tener gran cantidad de pigmentos rojos y que, además, sirve de alimento a la artemia, y por otro las arqueobacterias  Halobacterium salinarum y H. halobium.

Estas especies constituían el alimento de las numerosas especies de aves limícolas migratorias que tienen a estas salinas como lugar de descanso, recordar que en el Archipiélago Chinijo se han citado la mitad de las especies migrantes en su paso por Canarias. Este saladar es uno de los pocos lugares de nidificación del chorlitejo patinegro (Charadrius alexandrinus), catalogada como Vulnerable por el C.E.E.A. y el C.C.E.P.

Las Salinas del Río constituyen además un “Geositio” (Sitio de Interés Geológico) del Geoparque de Lanzarote y Archipielago Chinijo gracias a su peculiar geomorfología y petrología.




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